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Monólogo. Un sueño azul para morir. (1)

Obra: Un sueño azul para morir, de Haffe Serulle.

La mujer:
Nos conocimos cuando el sol se detuvo en los primeros peldaños del alba. Ya el siglo había alcanzado su madurez. Por entonces, yo no conocía la palabra muerte porque a mi pido solo llegaban canciones y mensajes de amor. ¡Hasta las piedras se amaban! Se amaban as rocas y se amaban las hojas que adornaban los pastos. La pubertad me sorprendió a su lado. Como todas las partes de mi cuerpo crecieron en busca del sol, él se asombraba al verme. En mi se despertó un raro deseo de navegar a la deriva, pero junto a él. A veces, lo veía pasar por mi lado como un fantasma. Siempre me pareció irreal. Sus gestos, su forma de moverse, su cara pintada de infancia... Y luego su voz. ¡Qué dulce era su voz! ¡Cuánta armonía en cada palabra suya!¡Y cuanta ingenuidad! "¿Quieres probar el sabor de los sueños que fabrica mi boca?", me dijo una noche, tras una densa lluvia. Temblé de pura emoción. Sentí el amor expandirse por mis huesos. Mi sangre, cual agua hirviente, se desbordó. Fui presa de los signos ocultos del amor. Entonces se presentaron ante mí las sombras del misterio.

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