Comedia renacentista y commedia dell'arte
1. Comedia renacentista italiana
2. Principales obras y autores
3. Características de la “Commedia dell’arte”
4. Técnica y estructura
5. Personajes y máscaras
1. COMEDIA
RENACENTISTA ITALIANA
El desarrollo del teatro en la Italia del siglo XVI
se produce dentro de un medio político dividido, fragmentado, que, en contra de
lo que sucederá en países como Inglaterra, España o Francia, que basan su
desarrollo cultural en un centralismo más o menos camuflado, caracteriza la
comedia renacentista desde los distintos sectores regionales y dialectos que la
constituyen.
Vimos en el capítulo anterior que más que en
justificaciones preceptistas, hay que entender el teatro del Renacimiento como
la expresión de un nuevo sistema de ideas, las cuales buscaron su acomodo en
los escenarios con las novedades de rigor. De esta manera, sus principales
autores no tuvieron especial empeño en desdecir las teorías aristotélicas, sino
que pusieron en los escenarios un moderno sentido de la moral de su clase
social.
Ello los condujo a la adopción del formato de la
comedia, con lo que iniciaron la transgresión genérica clásica. Dejaron a un
lado, para otro momento, la categoría de la tragedia, con el fin de descender a
la cordialidad de la comedia, en la cual podían tratar con mayor libertad los
problemas de la clase media que representan.
La comedia italiana surge cuando dos vectores
culturales se conciben y funden: uno, la idea de restaurar las formas clásicas
escénicas, como consecuencia del humanismo imperante; otro, el deseo de hacer
evolucionar el espectáculo escénico dentro de evidentes cánones populares, en
donde se prefieren los perfiles cómicos a los trágicos.
De ahí surge un tipo de obra cuya estructura está
relacionada con la comedia latina, más como lógica continuación clasicista que
como subordinación a las preceptivas, pues éstas aparecen hacia la mitad del
siglo, justamente cuando la comedia renacentista alcanzaba su máximo
desarrollo.
Las cinco características jornadas clásicas
responden con exactitud al ritmo de la acción. Desde la primera, que explica
los antecedentes de la trama, a la quinta y última, que contiene su deselance,
los actos se corresponden con los episodios, cuyo transcurso se verifica
momento a momento; es decir, un seguimiento de la acción, al modo de Plauto,
pero más recargado de elementos novelescos, en donde la referencia de Boccaccio
aparece como gran telón de fondo.
Los temas y personajes del Decamerón, adaptados al
siglo XVI, son seguidos por los dramaturgos de entonces, haciendo del escenario
un reflejo de los modos de vida y un ejemplo de las buenas costumbres.
De las buenas y, sobre todo, de las malas. Lo cual
configura un tejido teatral satírico, moralista y a la vez espectacular, que
sólo avanzando el siglo adquirirá tonos más melodramáticos. La comedia viene a
ser, en este sentido, un documento social de primera magnitud, hecho desde los
cánones burgueses propios del momento.
La comedia renacentista italiana sigue las unidades
clásicas de lugar y tiempo. La primera va apoyada en el espacio escénico que
para tal género propuso Vitruvio («habitaciones privadas con balcones y vistas
que representan hileras de ventanas»).
En cambio la unidad de acción se complica con
ingredientes inesperados, tal y como ocurría en Plauto, lo que dota al
argumento de intrincados y no siempre lógicos vericuetos por donde transcurren
los acontecimientos.
Ese aspecto fantástico se complementa con rasgos
plenamente realistas, como es el uso de los dialectos, que abre mayores cauces
de comprensión entre escenario y público, y, sobre todo, la utilización de la
prosa, que, siguiendo el citado modelo boccacciano, naturaliza la expresión
oral de los personajes.
Esto no es óbice para que, a veces, se intentase el
uso del endecasílabo. También en el dramatis personae de estas obras
encontramos una galería de tipos de marcado acento realista, algunos de los
cuales pasarán a engrosar las filas de la commedia dell'arte: criados, jóvenes
enamorados, cortesanas, padres severos, soldados, rufianes, campesinos
incultos, incluso figuras singulares, como el pedante, afirman nuevamente el
paradigma boccacciano de donde salieron.
Las novedades más importantes, respecto de la
comedia clásica, pueden estar en la entidad del prólogo. Entre el modelo
plautino, lleno de información, y el terenciano, con sus notas polémicas
propias de los ambientes teatrales, los nuevos prólogos se acercan más a la
segunda modalidad, aportando a la vez el satírico tono decameroniano y el más
divertido y directo del antiguo juglar.
2. PRINCIPALES OBRAS Y AUTORES
Aunque a finales del siglo XV se estrenaron
bastantes comedias enmarcadas en el moderno sentido humanístico, no pocos
historiadores hacen coincidir la presentación de La Corsaria de Ariosto (5 de
marzo de 1508), en el Palacio Ducale de Ferrara, con el nacimiento de dicho
género.
Pero quizá ningún espectáculo de la modernidad y
espíritu innovador de La Calandria, escrito por el futuro cardenal toscano
Bernardo Dovici de Bibbiena (1470-1520), que tuvo lugar en Urbino (febrero de
1513).
Es la primera vez que se conocía la escena a vista,
corpórea, y con relieves. Los Menecmos, en adaptación libre representada en
Ferrara, localiza la acción en Roma, pero alude a los orígenes plautianos de
Modena.
La obra utiliza levemente la línea argumental de
los mellizos separados desde la infancia. Aunque carece de la línea estructural
de la comedia maquiaveliana, sí abunda en rasgos eróticos, incluso inmorales, y
sorprendentes efectos escénicos. Fue muy representada en su momento.
Podemos hablar de una primera generación de textos
de comedias debidos a los tres grandes autores de la primera mitad del siglo
XVI, Machiavelli, Ariosto y Aretino, seguidos de una
pléyade de obras y autores que se internan en la segunda mitad con total
aceptación.
Machiavelli
(1469-1527), con La Mandragora (1518) y Clizia (1525), además de otras
traducciones y obras quizá perdidas, constituye un modelo de la comedia
renacentista, que, dentro de los parámetros del género en ese periodo, plantea
situaciones hasta el momento desconocidas en los escenarios. El argumento
Mandragora es el siguiente:
El joven Calímaco está enamorado de Lucrecia,
casada con Nicias, hombre recto y juicioso, aunque un poco simple y mucho mayor
en edad que su esposa.
El matrimonio tiene el problema de la falta de
hijos, sobre lo que el malicioso Ligurio va a aconsejar que el marido vaya a
tomar unos baños.
La trama consiste en llevar a Calímaco hasta el
lecho de Lucrecia, aunque, eso sí, dentro de la mayor legalidad.
Para ello idearán un oportuno engaño, en donde el
joven amante se hará pasar por médico, que precisamente utilizará mandrágoras
para sus remedios.
Además de la treta, deberán convencer, sin
demasiado esfuerzo, a la madre de la esposa y a Fray Timoteo, que verá con
buenos ojos «la obra de caridad» a cambio de una suculenta limosna.
En este esquema se pueden advertir, pues, temas tan
renacentistas como la libertad del amor, rompiendo barreras, moralizando bajo
una sólida y divertida norma. Si bien todo ello refleja su procedencia clásica,
remueve el sistema dramático modernizándolo hasta extremos insospechados.
Ariosto
(1474-1533), además de su personalidad de poeta de gran renombre, escribió para
la escena obras muy estimadas y representadas en su momento: Arquilla, Los
supuestos, El nigromante, El lector de libros prohibidos, La alcahueta y Los
estudiantes, entre otras.
El tercer gran dramaturgo de este periodo es Aretino
(1492-1557), con textos como La Cortesana, Atalanta, El hipócrita -posible
precedente del Tartufo molieresco - y Marescalco.
Los autores y obras más representadas de la comedia
italiana siguen, por regla general, la influencia de La Mandrágora, cuyo modelo
permanece durante tiempo.
3. ORÍGENES DE LA ”COMMEDIA DELL'ARTE”
Siguiendo por las tendencias populares del mimo
latino y de los jaculatori, que tuvieron cierto arraigo en las farsas de las
Sacras Representaciones, la comedia se apoyaba cada vez más en el movimiento,
la burla y la improvisación.
De la comedia pastoril surgieron temas campesinos
en donde el actor tenía absoluta libertad tanto para su interpretación como
para amoldar los textos de las obras a su propio lenguaje.
Estamos en un momento en que la literatura deja
paso a la improvisación escénica, dentro de una significativa tendencia
popular.
Y es entonces cuando el poder catalizador del
artista creador define unas líneas que tendrán desarrollo espectacular en los
siglos XVII y XVIII. Angelo Beolco (1502-1542), llamado Ruzante, da sus
primeras representaciones en la Venecia de 1520, con su pequeño grupo que,
procedente de Papua, se introduce en círculos humanistas actuando en palacios
de los grandes del lugar.
En 1529 era contratado por el mismo Duque Ercole
d'Este para representar en Ferrara. Beolco es un típico representante del
teatro renacentista, con labor literaria propia de la comedia humanista, que
sigue dividiendo las obras en los tradicionales cinco actos, y un trabajo
práctico que sirve de lanzamiento de lo que después se llamaría commedia
dell'arte.
Tan precisa denominación no se dio hasta el siglo
XVIII, justamente cuando la principal característica del género, la
improvisación, había dejado de existir.
La creación del personaje de Ruzante por parte de
Beolco, tipo por el que se le conocería en todos los escenarios, define a las
claras sus logros artísticos: destaca el peculiar carácter campesino, en donde
junto al lirismo de su origen se confunde el ingenio y malicia del hombre que
tiene que sobrevivir en un medio urbano hostil.
Para determinar el origen de la commedia dell'arte
se ha echado en falta una precisa documentación.
No obstante, el descubrimiento de buena cantidad de
canovacci, guiones o esquemas de la acción sobre los que improvisaban los
actores -auténticos núcleos de las obras -, fue facilitando la ordenación e
interpretación de los primitivos materiales sobre los que construir la génesis
de estas comedias.
Por ejemplo, los cincuenta publicados por Flaminio
Scala, en 1611, los recopilados por Antonio Passanti en 1699, el manuscrito de
Biancolelli o el zibaldone (un texto más abajo en verde) del padre Placido
Adriani.
Alguno de esos canovacci aparecen repetidos o
transformados en siglos posteriores. En cualquier caso, esos materiales no
indican puras improvisaciones, sino que, a veces, están repletos de diálogos
muy precisos y acabados. Más adelante trataremos de la naturaleza de estas
obras.
Placido Adriani es autor del manuscrito de un
zibaldone (1734), recopilación de prólogos, intermedios, canciones, lazzi, escenas
napolitanas, sonetos, fantasías, enigmas, recitativos, arias, saludos..., toda
suerte de piezas de muy diversos y anónimos autores, con las que se puede
formar un repertorio de commedia dell'arte: ese zibaldone, conocido como el de
Perugia, por encontrarse en su Biblioteca, dispone de 22 scenari o argumentos
para espectáculos. Del núm. 13, titulado La piedra encantada, seleccionamos las
escenas 8 a la 15 del primer acto. Las transcribimos tal y como aparecen en el
original:
Escena 8. Coviello, Valerio
Coviello anuncia al llegar que ya se ha enterado
dónde está la casa de Trápola. - Valerio: así, podrá llevarse a Checca a la
fuerza. - Coviello: en esto es más necesario ser prudente que audaz: que le
deje el encargo de este asunto. - Valerio: quiero al menos verla. - Coviello:
ahora es el momento, porque Trápola ha salido y Coviello llama.
Escena 9. Dichos y Checca
Checca en la ventana; su propia escena es:
El hombre. - ¡Mi bien! La mujer. - ! Mi tirano! H.
- Al menos...
M. -Frena la lengua. H. - Escucha mi justificación.
M. -Tus palabras son sortilegios.
H. -¿Tan severa?
M. -Tan compasiva como él.
H. -¡Oh, abismo de miserias!
M. -¡Oh, locura de idiota!
H. -¡Oh, exceso de amor!
M. -¡Oh, aburrimiento infinito!
H. -Porque te he amado, la muerte me será querida.
M. -Porque te he escuchado, la vida me es odiosa. H. -Me voy, pues, a morir.
M. -Me voy para no verte más.
A continuación, sin dejarle hablar, ella le cierra
la puerta en las narices y se retira. Valerio hace su escena de bruto; por otra
parte, no sabe por qué ha cambiado ella; quiere matarse. Coviello lo detiene,
lo consuela; le dice que le deje hacer, que él se la conseguirá. Valerio,
volviendo a tener esperanza, se va; Coviello se queda.
Escena 10. Dicho, Pulcinella
Pulcinella llega diciendo que quiere saber lo que
ha hecho el mago. Ve a Coviello y le pregunta si le ha hablado ya. Este le dice
que sí, pero que hacen falta diez escudos que servirán para manipular la piedra
llamada heliotropo, que vuelve invisible a la gente; y que así él mismo,
teniendo esa piedra, podrá, sin ser visto, entrar en casa de Bianchetta y hacer
lo que quiera. Pulcinella, feliz, le da el dinero. Coviello dice que llega el
mago.
Escena 11. Dichos, Trápola
Trápola en la calle. Coviello le dice: «Has llegado
a tiempo, amigo mío»; y añade que Pulcinella es el enamorado de Bianchetta y
que ha desembolsado ya diez escudos para la manipulación de la piedra.
Trápola: lo tiene todo listo para engañarlo; a
continuación entra en la casa. Pulcinella le pregunta a Coviello qué ha ido a
hacer el mago.
Coviello: coge la piedra. Pulcinella hace sus 1a2
de alegría.
Trápola vuelve con una piedra grande (como piedra,
se coge una caja grande y se pinta de color piedra).
Trápola: en media hora, la piedra tendrá toda su
virtud de hacerlo invisible.
Pulcinella, contento, la coge y le da las gracias,
y se va satisfecho. Coviello y Trápola se reparten el dinero; después, Trápola
va a su casa; Coviello se va a buscar a su amo.
Escena 12. Valerio
Ansioso por saber lo que ha hecho Coviello;
mientras espera, quiere informarse por Bianchetta sobre Checca; llama.
Escena 13. Dicho, Bianchetta
Bianchetta en la ventana. Valerio la saluda; ella
le contesta. El pide noticias sobre la mujer llamada Checca.
Bianchetta: al contrario que las demás mujeres,
ella no se asoma nunca a la ventana.
Escena 14. Dichos, Coviello
Coviello, sin aliento, buscándolo. Manda a la mujer
a su casa; dice que debe comunicarle una cosa que le interesa y que le es útil;
pero, al ver venir a Pulcinella, ruega a su amo que finja no verlo -enseguida,
se lo dirá todo - y que finjan luchar a bastonazos, que golpeen a Pulcinella.
Escena 15. Dichos, Pulcinella
Pulcinella con la piedra. Ellos fingen no verlo y
dan una tunda a Pulcinella; y, con la caída de Pulcinella, fin.
Al aceptar, en líneas generales, que las fuentes de
la commedia dell'arte están en el mismo teatro, otra serie de elementos
componen y matizan las primeras noticias que existen sobre su carácter
específico. Son éstos: los dibujos que ilustran viejos libritos, las
escenografías y los centones hallados de ese periodo inicial.
Centón es una especie de breve texto redactado por
un actor, que contiene todo un repertorio de pequeños diálogos, monólogos,
acciones de humor prefijadas (lazzi), a la vez que ciertas notas documentales y
legales. El propio Goldoni hablará de ellos dos siglos después, y del interés
de los que pudo cotejar en su juventud, merced a viejos comediantes.
Tres son las principales hipótesis sobre la
presencia de tan singular género. La primera es la basada en el elemento
regional. Es una evolución de las formas populares del teatro latino, como el
mimo y los jaculatori. La segunda se apoya en el elemento carnavalesco; en este
sentido, las máscaras sugerirían la procedencia de la fiesta de Carnaval, junto
a las celebraciones rituales que en ella concurren. La tercera vendría como
simple transformación de la comedia latina; lo que Sanesi llamó la
vulgarización de la comedia de Plauto y Terencio, teoría poco aceptada en la
actualidad.
4. CARACTERÍSTICAS DE LA “COMMEDIA DELL'ARTE”
De cada una de las anteriores hipótesis, sean o no
ciertas en toda su extensión, surgen otras tantas características fundamentales
de la commedia dell'arte:
1.
Tipificación
dialectal. Los actores interpretaban aportando
todo un bagaje de conocimientos y saber popular, en donde el idioma jugaba
principal papel. La vieja división regional italiana, que origina toda una rica
variedad dialectal, es, así, aportada a este tipo de comedia popular. La
tradición, y la lengua, marcan la procedencia bergamasca de Arlequín y
Brighella, el origen napolitano de Pulcinella, la ascendencia veneciana de
Pantalón o la boloñesa del Doctor. De esta manera, los actores fueron
especializándose en cada uno de estos tipos, funcionando sus rasgos localistas
como inspiradas notas de humor.
2.
Caracterización
del personaje. Cada uno de los más importantes tipos
de la commedia dell'arte tiene su máscara, que ha ido conformándose a lo largo
del tiempo. Tales máscaras, cuyos orígenes pueden remontarse a las del más
primitivo teatro latino, definen nítidamente en su elemento carnavalesco la
entidad de cada personaje. Habría que añadir en este punto la propia
personalidad del vestuario, los anteriores rasgos dialectales y la entidad
definidora de cada uno: glotonería, desconfianza, pusilanimidad,
concupiscencia, etc.
3.
Improvisación. Aunque ya existían improvisaciones en las
atelanas y mimos, los actores de la commedia dell'arte lo hacían sobre esquemas
o argumentos predeterminados en los canovacci. Muchos de ellos procedían de
textos antiguos, adoptando sus tramas en beneficio de las nuevas formas
imperantes en la escena renacentista. Al fondo del tablado, tras el foro, se
colocaba un libreto en donde los actores cotejaban las entradas y salidas que
debían efectuar, aunque los diálogos podrían variar o evolucionar según la
habilidad o inspiración de los cómicos.
Junto a estas características, se han señalado
otros elementos que definen, asimismo, el género.
Tales elementos surgen de la propia vitalidad del
teatro de la época y de su esplendor. Entonces, el arte dramático estaba
necesitado de una dedicación total por parte de sus integrantes.
Estos empezaron a agruparse en torno a compañías
("Los fieles", "Los confidentes", "Los celosos",
"Los deseosos", etc.), haciendo de su trabajo una profesión estable.
Ello facilitó el conocimiento y fama de los
principales intérpretes, cuya presencia en los escenarios era celebrada por el
público.
Los espectadores llegaron a identificar al actor
con su máscara, y se regocijaban con las típicas ocurrencias de tan
experimentados comediantes.
En situaciones de plena lucidez, un intérprete
inspirado modificaba su actuación, añadiendo recursos propios e inconfundibles.
Eran los lazzi: unas escenas más o menos breves, siempre de tono
humorístico y jocosos, que con o sin palabras se improvisaban en momentos
determinados.
Dichos lazzi, definidos a veces como "pasajes
de bravura", contenían todo tipo de recursos propios del actor: el canto,
la acrobacia o la expresión corporal.
Se han llegado a delimitar algunos de tales lazzi,
se han estudiado los más celebrados por el público, como el de la pulga o la
mosca cazada, la merienda de cerezas cuyos huesos se tiran hacia otro
personaje, el atranque repetido de un personaje en determinada palabra, los
criados atados por la espalda que comen del mismo plato, etc.
Estos elementos proporcionan un gran dinamismo a
las representaciones, lo que configura un espectacular movimiento general en
dichas comedias, con abundantes entradas y salidas, caídas, golpes, equívocos y
engaños.
Por otra parte, el éxito de estas obras hacía que
el público de una misma ciudad quisiera ver un amplio repertorio, trabajo hasta
cierto punto imposible, a no ser que se utilizaran variaciones sobre el mismo
tema, cosa habitual en la commedia dell'arte.
La necesidad de efectuar giras, llevando modestos
decorados, y la obligación de sostener repertorios, obligaba a memorizar más
argumentos que diálogos, los cuales irían surgiendo del ingenio del actor.
5. TÉCNICA Y ESTRUCTURA
Este entramado de elementos se conjugaba en la
representación, para la que existía un orden determinado, pese al carácter
improvisador del género. Las compañías tenían una especie de director de escena
que, pese a dejar cierta libertad de movimientos, creaba un sistema de
ejecución que venía fielmente reflejado en un libreto que estaba situado al
fondo del escenario.
Ese director, denominado concertadore, o corago, o
capocomico, era también uno de los intérpretes, generalmente el principal.
Al comienzo de la representación solía salir al
extremo del tablado, junto con su elenco, y explicaba el argumento de la
representación, con indicación de alguna novedad escenotécnica o de simple
atrezzo, pasando inmediatamente a la actuación.
Tras ese prólogo, se desarrollaba la trama,
generalmente en tres actos, con sus intermedios, llenos de música, danza,
acrobacias, canciones, mimo y todos los recursos imaginables en actores de
tanta pericia.
A grandes rasgos, toda comedia dell'arte está
compuesta por una intriga que se enreda y desenreda sucesivamente, gracias a
raptos, engaños, peleas, brotes de locura, palizas, duelos y todo aquello que
más pudiera deleitar al público.
Las obras se basaban en un canovaccio, que da
origen a espectáculos sumamente irregulares, con momentos en donde prima la
palabra junto a otros de música, canciones y bailes. Todo unificado gracias al
arte del actor, que puede romper el propio discurso textual con los citados lazzi.
Uno de esos canovacci podría ser así de sencillo:
Sale
a escena un rico veneciano y alaba las alegrías del amor.
Recibe
una carta que le arranca momentáneamente del lado de la hermosa cortesana.
Pantalón
y su criado Zanni cortejan a la abandonada.
Un
noble español aparece como el rival más privilegiado.
Escenas
de confusiones y palizas, serenatas mal dirigidas, batallas quijotescas se
atropellan entre sí.
Al
final hay una pacífica reconciliación, y actores y espectadores se unen en un
baile italiano.
Los temas de las comedias tenían evidentes
identidades. Aunque toman del clasicismo el eje amoroso que sirve para engarzar
cualquier historia, participan también de casi todos los géneros dramáticos
utilizados hasta la fecha: desde la tragedia a la simple comedia, pasando por
la tragicomedia y la comedia pastoril.
Todos con una clara desconexión con el realismo, al
que se acude tan sólo para connotar circunstancias de actualidad.
Las compañías estaban formadas por unos diez o doce
actores, a los que podían unirse comparsas del mismo pueblo o ciudad en donde
representaban.
Dichos actores, como hemos indicado, disponían de
un amplio margen para la improvisación, pero también estudiaban sus trabajos
con todo rigor, ejercitándose en todas y cada una de las artes que debían
manejar.
Existía la tradición del paso de papeles de padres
a hijos, o de maestro a discípulo; quienes representaban a Arlequín, Brighella
o Pantalón lo hacían de por vida, en una continua experimentación del mismo
personaje. De ahí que tales tipos no tengan edad o, mejor dicho, tengan la del
actor que los acoge. En este sentido, la máscara no sólo no es condicionante,
por cuanto apenas deja ver más que una porción del rostro, sino que forma parte
del actor y del personaje.
Empieza donde empieza el personaje y acaba donde lo
hace el actor. Es un material integrador de dos entes distintos que se unen en
uno solo cuando se instala en un único rostro.
6. PERSONAJES Y MÁSCARAS
Como se puede deducir, cada actor de la commedia
dell'arte constituía un personaje; y cada uno de ellos estaba caracterizado por
una máscara.
El estudio de éstas nos transporta necesariamente
al de los mismos personajes, y éstos a aquéllas. El conjunto forma una galería
de arquetipos, enormemente codificados, con unas características propias e
intransferibles que constituyen el conocido elenco de la commedia dell'arte.
Tres categorías se pueden clasificar en primera
instancia: los criados, los amos y los amantes.
·
Los
criados
El
origen del criado es común en todos sus tipos: un campesino pobre que llega a
la ciudad y desarrolla su ingenio para remediar el hambre, al tiempo que vive
determinadas aventuras, generalmente con un amo ocasional. Es el perfil de los
zanni (criados), cuya procedencia rural puede justificar su etimología: zan,
sanni, quizá diminutivo o despectivo de Giovanni.
El más
famoso de los zanni es Arlequín, astuto y necio criado originario de Bergamo,
al tiempo que ingenuo e intrigante, más indolente que trabajador. Su pobre
aspecto caracteriza el vestuario, lleno de parches y remiendos, que sólo
tardíamente se sofistican en el conocido e impropio traje de rombos. Su astucia
se plasma en el trabajo de servir a más de un amo a la vez, y cobrar, pues, más
de un salario; y su necedad, en el aceptar recibir sin rechistar algo más que
dinero: golpes. La máscara de Arlequín está caracterizada por ser de cuero
negro y llevar unos grandes bigotes. La evolución del personaje en la escena
francesa hizo que desaparecieran dichos bigotes.
El más
popular compañero de Arlequín es Brighella, otro zanno bergamasco, con
nombre que puede proceder de briga, del italiano brigare, engañar. Bastante
similar en todo a su compañero, es mejor consejero que aquél, aunque más
tentado por el vicio. Es capaz de ofrecer a su hermana al mejor postor, burlándose
al mismo tiempo sin piedad de los viejos, para lo que enfatiza su ronca voz. Va
vestido de blanco, con adornos verdes. Su máscara, llena de ironía, está
rematada por una especie de boina.
·
Polichinela (Pulcinella), de origen napolitano, define su fisonomía
por su estupenda joroba y traje blanco. Es un criado filósofo, resignado a su
suerte, que no es otra que pasar hambre y sufrir burlas. Tales desgracias las
vence cantando. Su máscara es negra, y en ella sobresale una importante nariz
de gancho. El aspecto y movimiento hicieron fácilmente mudable su persona en
marioneta, modalidad que se presenta con harta frecuencia. Su gramática parda
lo hace idóneo para animar fiestas locales, haciendo gala de un notable sentido
crítico para la política. Su evolución más notoria ocurre en Lyon, en donde se
bautiza con el conocido nombre de Monsieur Guignol.
Otros
criados que tienen presencia continua en la commedia dell'arte, a veces con
espectaculares papeles y máscaras, son Pedrolino, Truffaldino, Scapino, Sganarello,
Ganassa, Tartaglia, etc.
En
mujer, el tipo de criada de Colombina ha sido, a la vez que compañera de
Arlequín, la chica pretendida por el amo, viejo que cree ver en su coquetería
una esperanza a sus devaneos. Otras criadas significativas en el género son
Coralina, Esmeraldina y Pasquetta. En definitiva, contraposiciones femeninas
del zanno, la zagna, cuya representante por antonomasia sería Francisquita.
·
Los
amos
En este
campo situamos en primer lugar a Pantalón, rico y viejo comerciante veneciano,
que en su origen era llamado Magnífico. Algo tacaño, desconfiado y libidinoso,
tiene hija casadera, que representará a uno de los enamorados. En cualquier
aventura que acometa irá siempre acompañado por un zanno, que lo introduce en
peligros para él insospechados. Lleva una gran capa negra que cubre un largo
jubón encarnado. En su máscara, también negra, destaca una perilla de chivo
blanca, junto a una enorme nariz ganchuda.
·
El Doctor
es de Bolonia, de cuya universidad dice proceder, aunque su supina ignorancia
caracterice otra cosa. Tal ignorancia la denota a cada instante, con una
peculiar habla, en donde mezcla su origen boloñés con un divertido latín
macarrónico. Lo confunde todo a cada instante, siendo su lógica tan aplastante
que es capaz de decir: "Lo que no es verdad es simplemente mentira."
Viene a ser, por consiguiente, el rasgo crítico al humanismo, del que se
despegan estas comedias. Viste de negro, con un amplio lechuguino blanco que
circunda su cuello, casquete también negro, y, sobre él, un enorme sombrero de
alas anchísimas. Su máscara es una prolongación de la de Pantalón, su verdadero
complemento.
En el
Doctor, mayor importancia tiene la significación de sus textos que la de sus
gestos.
·
El Capitán
no es exactamente amo, pero tampoco criado, y de enamorado sólo tiene la
pretensión. Sin embargo, ocupa el tercer vértice del triángulo satírico del
poder que establece la commedia dell'arte.
Si
Pantalón representaba el económico, y el Doctor el intelectual, el Capitán
personifica el poder militar.
De ahí
que esté mejor relacionarlo con los amos o poderosos que con los criados, a los
que achanta y humilla como campesinos que son.
El
Capitán puede apellidarse Spavento, Scaramuccia, Matamoros, Brandimarte,
Basilisco, Martebellonio, Spaccamonti o Fracassa.
Es un
tipo muy característico, procedente del sentir crítico italiano sobre la
presencia militar española en sus tierras. En efecto, el Capitán es español, a
la vez que fanfarrón, pusilánime y cobarde: el tradicional Miles gloriosus.
Habla
por los codos, y sus continuas bravatas, que lo caracterizan como el terror de
los lugareños, se convierten en duelos imposibles. Su vestuario es el
característico del oficial español del siglo XVI, con sombrero de plumas,
exagerado espadón y voz profunda y sobrecogedora.
Callot
lo describe con pintorescas máscaras, pero Bellemore lo interpreta sin ellas en
el Hôtel de Bourgogne, hacia 1672, según litografía de Lauglumé.
·
Los
enamorados
El
grupo de los enamorados (innamorati) está formado por una pareja de jóvenes,
que suelen ser hijo o hija de Pantalón y del Doctor o viceversa. Llevan nombres
tan bucólicos como Rosana y Florindo, Isabel y Octavio, Angélica y Fabricio,
etc.
Su
principal y casi exclusivo cometido en la comedia es amar y ser amados.
También
las cortesanas aparecen cuando la acción lo precisa, jugando su tradicional
papel.
Estos
personajes suelen ir sin máscara, al igual que sucediera con Colombina, como si
la procedencia petrarquista de los enamorados los dignificara frente a los
fantoches con los que conviven en los escenarios. El elemento crítico, por
consiguiente, está mucho más atenuado.
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