Obra: Macbeth, de William Shakespeare.
Lady Macbeth
(Leyendo una carta de su marido). Me salieron
al encuentro el día de la victoria. Su ciencia es superior a la de los
mortales. Quise preguntarlas más, pero se deshicieron en niebla. Aún no había
salido yo de mi asombro, cuando llegan anuncios del Rey saludándome como Barón
de Cawdor, titulo con el que antes me habían saludado las hechiceras, esas
hermanas fatales, remitiéndome al tiempo venidero ¡ Te saludamos a ti, que serás rey!
Me pareció bueno comunicártelo, queridísima compañera de mi grandeza,
para que no perdieras tu porción de
alegría al quedar ignorante de la grandeza que se te promete. Guárdalo en tu
corazón y Adiós». ¡Ya eres Glamis y
Cawdor! Y has de ser lo que se te ha prometido. Pero temo tu naturaleza,
que está demasiado llena de la leche de la bondad humana, para tomar por el
camino más corto. Querría ser grande, no te falta ambición, pero sin la maldad
que habría de acompañarla. Lo que deseas en altura lo deseas con santidad: no
querrías hacer trampas, pero querrías ganar sin derecho. Que querrías obtener,
gran Glamis, lo que clama ¡Así has de hacer, si quieres obtenerlo! Y querrías
lo que tienes más miedo de hacer que deseo de
que no se hiciera. Acude acá de prisa, para que pueda verter en el oído
mi ánimo, y ahuyentar con la valentía de mi lengua todo lo que te estorba
llegar al círculo de oro con que los hados y una ayuda sobrenatural parece que
te quieren ver coronado.
Coro. - ¡Esta noche llega el Rey!
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